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Bienaventurada la "maleza" porque ella te salvará la cabeza. 
Usos de 113 plantas de los campos norteños

Hubo un tiempo en que el uso de plantas y frutos silvestres era habitual. 

La modernidad acabó con todo ello a base de adoctrinamiento desde las instituciones del Estado, en particular Universidades, escuelas, púlpitos y medios de comunicación, hasta conseguir que las gentes del rural renegaran de su mundo y de ellas mismas. El lavado de cerebro fue tan eficaz que hasta el día de hoy se asocia el comer plantas silvestres exclusivamente con tiempos de postguerra y hambruna. 

Con todo, las gentes mantuvieron su costumbre de emplear las hierbas medicinales pero en sus cabezas se había conculcado la idea de que estas plantas aliviaban sólo los trastornos leves, que para cosas más graves había que echar mano de la Farmacia, que, paradójicamente, aísla la mayor parte de sus principios activos del reino vegetal. Dicho adoctrinamiento, cada vez más perfeccionado, se refleja en un miedo exacerbado a envenenarse comiendo plantas silvestres, cuando la gran mayoría no son tóxicas, o contaminarse con parásitos, oxalatos, taninos y demás anti-nutrientes. 

Por supuesto que hay riegos, pero, como todo, se desvanecen cuando adquirimos conocimientos y experiencia sobre el asunto. En cambio, es muy sorprendente la exigua preocupación por el cóctel de productos químicos de síntesis que estamos tragando todos los días en forma de sustancias derivadas de los envoltorios plásticos y de restos de pesticidas y aditivos de los alimentos cultivados y aún menor, por su alarmante falta de nutrientes.
Actualmente, parece haber un interés creciente por comer plantas silvestres, pero lamentablemente se reduce a un consumo anecdótico, de fin de semana, o de poner unas florecillas silvestres decorando un plato de la llamada “nueva cocina”. 

Nuestra propuesta es que los alimentos recolectados representen al menos un tercio de nuestra dieta. 

Con ello conseguiremos mejorar nuestra salud integral, gracias a la gran cantidad, diversidad de nutrientes y energía vital de las silvestres, así como la salud del Planeta. También es una buena forma de desafiar al Sistema, entendido como una élite con voluntad de poder, organizada en un ente Estatal que, junto con su primogénito el Capital, somete al resto de la población. Lo hace por la fuerza, cuando el pueblo todavía es Pueblo, es decir cuando aún conserva valores del espíritu, ama la libertad, la verdad y la convivencialidad (el caso de nuestra guerra civil es paradigmático), o “pacíficamente”, es decir “democráticamente”, cuando el Pueblo ha sido y se ha dejado convertir en populacho. 

Hasta que no revirtamos la situación actual mediante una revolución civilizatoria integral, aquella magnifica expresión El Pueblo unido jamás será vencido ha de ser reemplazada por: El populacho unido jamás será temido.



[1]Portada del libro 15x21.jpg



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2 comentarios:

  1. La castración y administración de la fuerza de la masa es producto de una programación religiosa necesaria para la conservación del orden y del imperio. Por eso es que a mansedumbre en la vestidura del pacifismo, con la democracia, en donde la mayoría decide "lo mejor" sin tener dominio sobre su propia naturaleza, son funcionales al espíritu civilizatorio de esclavitud desde la concepción de la Pax Romana, que es la victoria cuando todos se ecuentran de rodillas. La ilusión de progreso no es más que avanzar sobre las pequeñas ignorancias con una enorme ignorancia, y genera un efecto de estatismo de acción que sirve naturalmente para ver en cámara lenta los patrones de la manipulación en el proceso de justicia que lleva miles de años.
    Si la masa recuperase su autogobierno recuperaría su fuerza y la capacidad de pensar por si misma y de dar muerte cuando sea necesario sin dudar. De esta manera no existirían policías ni ejércitos especializados. Por ejemplo, en una situación de violencia en lugar de que la tribu sacase el móvil para filmar y clamar por justicia pidiendo al Estado más control, cuando ya es deamsiado tarde, se intervendría de inmediato con la mayor fuerza, si este proceso se repite fuera de las movilizaciones programadas entonces la sensación de descontrol sería suficiente para que las ratas se escapen por los tirantes. Esta dominación es posible con el miedo a la muerte, por tanto, el que pierde miedo a la muerte defenderá el valor de su vida para seguir viviendo y si tiene que matar lo hará sin culpa alguna ya que la vida continua en otra existencia y el muerto estará de acuerdo con la cosmovisión que ha creído como realidad y verificará la excrecencia de su consciencia, y aprenderá en la siguiente vida de su error. Por otro lado, las plantas tóxicas son para eliminar el peligro, para eso están, todavía nos falta mucho por saber para utilizarlas como medicina.

    Un humano completo en posesión de su capacidad de matar es un ser indómito, los engañadores y ejecutores lo pensarían antes de amenazar con disminuir al pueblo, palabra que refiere a los hombres que defienden a las tribus.

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